20 julio 2006

Le Chasseur d'Etoiles. Parte 06

Una neblina empezó a subir por la falda de la montaña. Era una niebla blanquecina, que se distinguía de la oscuridad del paisaje. Tras unos minutos, la montaña quedó aislada, como un islote flotando en un mar de nubes luminiscentes. Estaba extrañado, no sabía qué era aquello, tan extraño y a la vez tan bello. ¿Sería acaso el limbo? Aquel mar parecía tener vida, y pronto distinguió pequeños remolinos, corrientes y turbulencias, de una especie de finísimo polvo rosado, con vetas verdosas a modo de vapores, y miles de puntos brillantes, no más grandes que un grano de arena. Se parecía al polvo interestelar que dibuja esos hermosos cúmulos luminosos multicolores de las galaxias. En medio, destacaban cinco puntos muy brillantes, tres blancos y dos más azulados, que se movían de un sitio a otro de forma caótica, a diferentes alturas, entre aquellas corrientes misteriosas.

No podía ser la aurora boreal, porque en aquellas latitudes no se daba, ni red-sprites, esas formas enormes rojizas que aparecen en el cielo durante algunas tormentas, a veces con forma de fuegos artificiales, y que comunmente se llaman duendes. No eran blue-jets, enormes chorros cónicos que surgen de las nubes hacia arriba a más de 20km, ni elfos, un hermoso fenómeno instantáneo que se ve desde las aeronaves y que consiste en un impresionante anillo de relámpagos a 100km de altura. Tampoco podían ser fuegos de San Telmo, ese fenómeno eléctrico que se da en las tormentas marinas, y que hace que se vean largas lenguas de fuego en el cielo que pueden durar varios minutos. No era nada eléctrico porque ya no olía a tierra mojada, que es el olor del Ozono que se gorma cuando las descargas eléctricas modifican la molécula del Oxígeno atmosférico… Pero entonces ¿qué era aquello?

La nube alcanzó la llanura, y lo envolvió. Estaba templada y no olía a nada. Cada vez era más espesa y más brillante. Fue entonces cuando tuvo miedo de verdad, cuando dejó de ver el suelo, el telescopio y su mochila, para sólo ver el polvo cósmico que lo rodeaba y lo estrujaba, de forma tan intensa, que oprimía todo su cuerpo. Los puntitos brillantes se deslizaban entre sus piernas y sus brazos, y después subían hasta su cuello, una y otra vez. En el silencio infernal, sólo se escuchaba su respiración agitada, su corazón excitado y sus quejidos de temor y angustia. Aquella masa galáctica se volvió tan fulgente que tuvo que cerrar los ojos. Se enrollaba más y más a su alrededor y empezó a sentir nauseas, cada vez le costaba más respirar porque tenía sus pulmones aplastados, se estaba asfixiando. Perdió el sentido de la orientación y no se dio cuenta de que aquello lo levantó del suelo. No podía moverse, sentía una enorme presión por todo su cuerpo, lanzó un grito espantoso que sonó ronco y entrecortado y que terminó con el último hálito de sus pulmones.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo puedes volver angustioso lo que parecía idílico?
cómo continúa?

Ains, quiero saber qué le pasa!

Besitos


PD: unas veces el texto hace a la foto y las mas, la foto inspira el texto ;)

Darío Zetune dijo...

Sí, me gustaron tus descripciones, y ciertamente, y súbitamente, cambió el mood: de algo idílico a algo angustioso. Pero a mi ese súbito giro me gustó.

Y es que el espacio es suceptible de lo sublime, y también de lo terrorífico. Ambos, fruto de su infinita inmensidad.

Y es que subliminidad e infinitud se llevan de la mano. Ya lo advertía Kant.

Un saludo.

Sergio.

Unknown dijo...

Genial!!!
Exquisito =P
Te digo que me recuerdas a Julio Verne con un toque más místico.
Dime, dime! es una pesadilla?? =o
jaja
nos has dejado intrigados a todos!
publica pronto la siguiente parte!!!
=)
gracias por estos momentos de ensueño que nos regalas
saludos!

Verena Sánchez Doering dijo...

escribes de maravillas, escribes desde el alma y sabes decir todo
dejas colores y espacios, dejas la magia tuya
gracias por tus salduos en Fragmento, bellisima la pagina de la Unesco y maravillosos lugares, tal como tu dices falata el vil dinero...
un abrazo muy grande y muchas gracias por tus saludos, que mañana sea un lindo dia
besitos



besos y sueños

Darío Zetune dijo...

Mmmm, no había pensado en caracterizar este relato como "Julio Verne con un toque más místico".

Interesante idea a explorar.

Saludos.

Anónimo dijo...

necesito que me digan ke son esxactamente las nubes luminicentes