29 diciembre 2006

Camino adecuado

INFORME PSICOLÓGICO-LABORAL

En respuesta a la petición del departamento de RRHH, y a fin de evaluar las capacidades facultativas del sujeto en relación a la labor actualmente desempeñada en su puesto de trabajo, le comunico el resultado de nuestro estudio.

La evaluación se llevó a cabo con la absoluta cooperación del sujeto, quien en todo momento se mostró receptivo al proceso. Las pruebas psicométricas para precisar habilidades y capacidades se pueden calificar como válidas y fiables, mientras que el resultado de los análisis grafológicos combinado con otros tests proyectivos, ha resultado determinante con los siguientes resultados:

La capacidad intelectual del sujeto, se puede enmarcar dentro del rango medio-alto, su proceder es metódico, y no presenta signos preocupantes de carácter profesional a excepción de sus pautas de conducta grupal. Su calidad empática es alta, sin embargo, se ha detectado una baja integración socio-laboral, y unos resultados comportamentales poco habituales en relación a otros individuos que realizan similares tareas profesionales. El sujeto presenta un claro retraso emocional que le impide establecer lazos afectivos en su entorno más cercano. El análisis del campo gráfico y del gestotipo lleva a pensar que estamos ante una persona soñadora y de inteligencia creativa. La personalidad es débil y reservada, en paradójica contraposición a un carácter firme y templado. Capta muy bien la información del entorno, aunque su valoración es radicalmente distinta a la que cabría esperar. Muestra un desequilibrio en cuanto a los sucesos que experimenta y la actuación ante ellos frente a sus compañeros de trabajo, para refugiarse en su modo de interpretar la realidad que le lleva a actuar por criterios poco comunes y frecuentemente infantiles.

Sin ánimo de ser exhaustivos, y con la voluntad de evaluar el prefil de productividad de esta empresa, tras considerar el análisis, consideramos que el sujeto, en cuanto a su retraso afectivo-emocional, no está capacitado para desarrollar todas las capacidades que exige su actual puesto de trabajo.

Fdo.: Jefe de sección de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones (PTO)


* * *


Hace varios días que no escribo en este diario. La frenética actividad de la última semana, no me ha dejado tiempo para mí, y no es que hoy esté menos atareada, pero necesito plasmar un gran sentimiento como los cientos que llevo escritos en estas hojas desde que era niña. Esta mañana han despedido a mi compañero de trabajo. Era muy tímido, y no se mezclaba con nosotros, no sobresalía en nada y solía permanecer en un segundo plano, sin embargo, tenía siempre una sonrisilla para regalar, y sus ojos pequeños parecían querer decir muchas cosas. Los chicos de la oficina le daban consejos, le invitaban a salir, pero él siempre les devolvía su sonrisa, y esa mirada profunda de amigo. No sé por qué, pero sin tratar con él, sabías que era alguien en quién se podía confiar, como si lo conocieras de toda la vida. Reconozco que he deseado muchas veces encontrármelo por el pasillo para que me regalara alguna de sus pocas palabras en mis momentos más difíciles. Ahora, me arrepiento de no haberme esforzado en conocerlo más.

Se marchó sin despedirse de nadie mientras estábamos almorzando en la cafetería, pero nos ha dejado un regalillo a cada uno en nuestra mesa. A mí, me dejó una bolsita de caramelos. Con este gesto infantil, nos robó a todos una sonrisa, y esta noche, aquí en mi cama junto a mi marido ya dormido, la sonrisa se ha transformado en lágrimas. Bajo las frías luces fluorescentes, él era una llamita que daba luz y calor. Entre corbatas, tacones, Chanel, carteras, y rostros bruñidos con cremas y rayos UVA, entre ambiciosos businessman y estilizadas ejecutivas, él era la única persona con corazón de aquella jungla de oficinas. Él estaba allí para regalarnos su silencio y su mirada cariñosa. Algunos pensaban que era un ingenuo, pero sólo con una bolsita de caramelos me ha hecho más humana, y gracias a él, hoy quiero más a mis compañeros, a mis amigos y a mi marido. No me preocupa que le hayan despedido, porque sé que su felicidad no está en el dinero o en el éxito, sino en hacer felices a los demás, y lo ha conseguido.

Ha sido una de esas personas que te encuentras en la vida, te marcan, y desaparecen. Conocerle pudo ser una casualidad, o quizás fuera el destino... no lo sé. De lo que sí estoy segura es de que por muy mal que lo hiciera en el pasado, por muchos errores que cometiera, cuando lo conocí, estaba en el camino adecuado.

20 diciembre 2006

Feliz navidad 2006

Para todos los que visitan estos arpegios, para los veteranos y los recién llegados: Que aquella paz que anunciaron los ángeles sea estos días motivo de alegría y fiesta, que vivamos una Navidad real y aparquemos el materialismo, que estrechemos lazos con nuestras familias y nuestra gente más querida, que sepamos meditar y ver la vida de otra forma, que nos demos cuenta de los que tenemos y de lo que se espera de nosotros, y que crucemos el umbral del 2007 llenos de esperanza y fortaleza con el propósito de hacer de este mundo, un lugar mejor para vivir.

Muchas gracias por el 2006. Nos vemos el año que viene… ¡En las estrellas!

Al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: «Gloria a Dios en el cielo», y proclaman:«y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor» (...) ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?
(San León Magno, Sermón 1, en la Natividad del Señor)

06 diciembre 2006

Wendy. Parte 04

Don José… no sé cómo decirle esto. Ya sabe que no soy mu listo, y no quisiera que me tratara por loco, pero es que estos últimos días en la sierra me ha pasado algo muy raro, y no le he podido encontrar explicación.

Cuando subí, me tuve que quedar con las ovejas, porque se ha derrumbado el techo de la cuadra de Don Luis, y no puedo dormir allí como otras veces. Durante el día no tenía mucho que hacer, así que estuve cortando té, buscando algunas setas, patatas silvestres, y preparando con espartos una cueva pequeñica para pasar allí la noche.

La tercera noche, Don José, hice una fogata para cocer las patatas que encontré, cuando vi una luz en la cueva grande, que salía del interior. Parecía como si estuvieran quemando magnesia. Se fue haciendo cada vez más grande, hasta que salió una muchacha. Mire usté, Don José, a mí me temblaban las piernas. Las ovejas, que estaban durmiendo, se despertaron y se hicieron un corro en la cuevecilla donde yo estaba. La chiquilla parecía perdida, y me miraba, Don José, no vea usté el miedo que tenía yo. La voz casi no me salía del cuerpo, y le dije: “niña ¿te has perdido?” No me contestó, y se acercó a mí, y me miró otra vez, y se dio la vuelta, y se metió otra vez en la cueva. Al principio no sabía quién era, pero luego, Don José, luego…

(En este momento se le escapó una lagrimilla)

Don José, yo soy huérfano, ya lo sabe usté. Me criaron en el orfanato hasta que me recogió mi tío pa llevarme con las cabras. Allí, Don José, sólo tenía una amiga, no lo recuerdo, pero creo que también era huérfana, y como nos mantenían separados a los niños y a las niñas, sólo nos veíamos en los recreos a través de una alambrada, y en el comedor. Yo nunca me escapé de allí, porque una vez lo intenté y me gané unos azotes que todavía me duelen, pero ella, de vez en cuando, saltaba la cerca y venía a mi barracón, y hablábamos a través de un ventanuco toda la noche. Me decía que quería volar, que quería ser la madrecita de todos los niños huérfanos, y también me decía que yo era un gallina porque no me atrevía a escaparme de mi barracón. Un día ya no la volví a ver, me quedé otra vez solo, y así, hasta que me recogió mi tío.

Lo que le decía, aquella noche no pegué ojo, Don José, y a la mañana siguiente no me quería ni acercar a la cueva. La niña que había visto era la del orfanato.

Por la noche, las ovejas se pusieron nerviosas, yo no quitaba la vista de la cueva, y empezó a verse luz otra vez. No he pasado más miedo en mi vida. Y la luz cada vez más grande hasta que salió ella. Le pregunté acongojado: “¿eres un fantasma?” y no me respondió. Caminó hacia mí, y de repente comenzó a brillar más, y sin abrir la boca me dijo: “¿ya no te acuerdas de mí?” luego volvió a entrar, y la luz se apagó otra vez.

Don José, ya sé que todo lo que le cuento parece muy raro, pero sabe usté que nada gano yo contándole esto, más que usté piense que me he vuelto loco, pero es que esa chiquilla es la niña del orfanato. No sé como explicárselo, pero aunque no me dice nada, parece como que habláramos, y como si nos conociéramos de toda la vida y como si charláramos por aquel ventanuco… yo no quiero ser cobarde como cuando era chico. Don José, luego cuando me dormí, soñé que era chico otra vez, y que volábamos por la sierra, y que pasábamos por encima de las ovejas, y de la cueva, y que nuestras ropas eran brillantes y lo llenaban todo de luz.

No le he dicho a nadie esto más que a usté, y no me tome por loco. Desde crío he trabajado, nunca le he hecho mal a nadie, y siempre fui honrado y servidor con mis patrones. Ahora le pido a usté que me deje marchar con ella, no se lo puedo explicar Don José. El hijo del Pedro es muy buen cabrero y seguro que puede cuidar mejor que yo sus rebaños. No le cuente a nadie esto. Cómo me gustaría poder explicárselo, Don José, cómo me gustaría explicárselo.

(y derramó otra lágrima)


Y esta es la historia de Germán. Le pregunté a Conchita qué opinaba de todo aquello. Sus ojillos brillaron y me dijo que cuando oyó la historia, creyó que la muchacha era Wendy, que existían las hadas, que soñaba con irse con ella y con Germán a volar por la sierra y entrar en la cueva hacia el país de Nunca Jamás, y que su madre le regañaba porque estaba siempre pensando en aquellas tonterías. Mientras me contaba esto, me quedé mirando la figura de la simpática ancianita, pensé en todo lo que había vivido, en la niña soñadora que fue, y que ahora con más de 80 años, al mirar el prendedor que llevaba en su pelo blanco con forma de mariposa, seguía siendo.

* * *

La manía de buscarle explicación racional a todos los sucesos me llevó a pensar en algún tipo de seta alucinógena, que Germán, sin saberlo, ingirió. Quizás monguis, unos hongos del género de los psilocibos con propiedades tóxico-psicotrópicas. Germán no sabía leer, y en sus años más jóvenes, la dura niñez que atravesó, hace suponer que oyó pocos cuentos. Puede que el de Peter Pan le hiciera retroceder y recuperar el único retazo de la infancia que conservaba. Aquella amiga que no volvió a ver más, regresó con la pluma de J. M. Barrie, por la voz de Remedios, y de la mano de los monguis. Sin saberlo, habían abierto la caja que Germán llevaba en lo más profundo de su ser, y había salido un niño pastor que se lo llevó volando por la cueva hacia la felicidad que nunca tuvo.

Hace un mes, solicité los permisos que hacen falta para entrar en la cueva, y me los han concedido. Cuando tenga algo más de tiempo, organizaré con varios amigos y familiares una visita. No sé si podré ir con la curiosidad que me despertó en un primer momento el portón de hierro que sellaba su entrada, o con el recuerdo de esta historia, y de que allá, en los abismos de la tierra, encontraré el nuevo mundo que buscó Germán.

“Si ahora viésemos a Wendy, advertiríamos como su cabello se tornaba blanco y su figura se empequeñecía otra vez, pues todo eso sucedió hace ya largo tiempo. Juana es ahora una vulgarísima mujer casada y tiene una hija que se llama Margarita. Todas las primaveras, excepto cuando se le olvida, viene Peter Pan a buscar a Margarita para llevársela al País de Nunca Jamás, donde ella le cuenta mil cuentos de los que él mismo es héroe y que él escucha con ansiedad. Cuando Margarita crezca, tendrá una niña que, a su vez, será la madrecita de Peter Pan y así sucederá siempre, siempre, mientras los niños sean alegres, inocentes...y un poquito egoístas” (James Matthew Barrie)