25 agosto 2006

Le Chasseur d'Etoiles. Parte 10

No quiso mirar más al cielo. Bajó la vista hacia el telescopio, a un tiro de piedra, y un terrible escalofrío estremeció su cuerpo. Parecía que éste tenía vida, que tenía un mensaje para él, la clave de lo que había pasado. El tubo del refractor, cromado, reflejaba la luz de las estrellas, esta vez terroríficas para él. Su figura se alzaba en la llanura como si fuera un ser del más allá que iba a marcar su vida para siempre. Así, no pudo menos que acordarse de la obra maestra de Kubrick, del monolito, y de la humanidad.

Se acercó al ocular, tembloroso, cerró el ojo izquierda y miró por el derecho. No le hizo falta enfocar. Vio una estrella brillante, muy brillante. Se retiró para ver a qué constelación pertenecía, miró al cielo, y su cara palideció al instante.

Era Betelgeuse, la vieja y fría estrella, la alfa, de primera magnitud, de la constelación de Orión… ¿Orión? ¡Orión era una constelación invernal! ¡invernal! ¡y él había subido en pleno verano!

Midió cuatro palmos y un puño con el brazo estirado desde Orión a Andrómeda, lo que equivalía a una distancia angular de unos 90º. Las estrellas, mirándolas siempre a la misma hora, avanzan 1º en la bóveda celeste, lo que equivalía a decir que aparentemente habían transcurrido tres meses ¡era invierno!

¿Había viajado en el tiempo? La teoría de la relatividad permite viajar al futuro, es factible, el problema es tan sólo de ingeniería, de viajar a velocidades comparables a la de la luz. Retroceder en el tiempo está prohibido por la 2ª ley de la termodinámica: la entropía. Para viajar en el tiempo, es condición necesaria, deformar el espacio de una forma determinada, de modo que se sigan cumpliendo las ecuaciones de la relatividad. En concreto, habría que darle una curvatura negativa, es decir, algo así como una esfera al revés, hacia fuera. Ese tipo de curvaturas, sólo es realizable por la antimateria, puesto que la materia que conocemos sólo proporciona curvaturas espaciales positivas. La física clásica no permite dicha antimateria, o densidad de energía negativa, pero la física cuántica, bajo unas condiciones estrictas, sí. Es posible, pues, viajar en el tiempo hacia el futuro. Estos conceptos no pertenecen a la ciencia-ficción; al igual que los agujeros negros, suponen singularidades en el espacio, y su existencia fue admitida, entre otros, por Einstein, que los llamó “puentes”, hoy en día se conocen como “agujeros de gusano”.

¿Había entrado en un agujero de gusano? Un enorme, pero delgado, gajo de luz apareció sobre las montañas tras las que había visto anteriormente un resplandor, era la Luna, menguante, porque la “hoz” estaba orientada hacia la derecha. Le extrañó el tamaño, nunca la había visto tan grande. Además… cuando subió a la llanura, la Luna estaba nueva, recordaba el efecto de la luz cenicienta. Si habían pasado tres meses –según su telescopio – la luna debería estar en su cuarto creciente. No le cuadraban las cuentas: 4:00 a.m. según su reloj, tres meses más tarde según su telescopio, y un número de días múltiplo de 29 según la luna. Peor aún, en invierno, aquellas montañas estaban nevadas, y ahora se disfrutaba de una temperatura agradable.

Sus conocimientos astronómicos le dieron serenidad y confianza en sí mismo. Olvidó el dolor de cabeza, todo lo que había pasado, y empezó a hacer cálculos para resolver aquel enigma. Había apuntado las coordenadas del lugar en su cuaderno, y a partir de ellas empezaría con ayuda del telescopio, a modo de sextante, a hacer las operaciones matemáticas que le darían la solución. No podía haber viajado en el tiempo, era absurdo. Orión, es una constelación invernal, sí, se ve en las noches de invierno, pero también se podría ver en los días de verano si el sol dejara de brillar, como corre cuando hay eclipses. Lo de la luna, pensó que sería ese efecto óptico, aún sin explicación, que hace que algunos días, cuando sale ésta, parezca más grande. Pensó incluso en los fuegos fatuos, en las lluvias magnéticas, en todo, menos en viajar en el tiempo.

Orientó el telescopio al Norte y colocó el eje de ascensión recta a la latitud del lugar, con ello quedaría más o menos fijada la estrella Polar, es decir, el polo norte celeste, pero la estrella Polar no estaba. El polo norte celeste estaba cerca de Vega, en la constelación de Lira, no en la estrella Polar ¡El eje de la tierra había cambiado! El movimiento del eje de la tierra se mueve, describiendo un cono de 47º cada 2600 años, es lo que se llama el movimiento de precesión. Vega distaba, según el telescopio, 51º de la Polar.

Con la cara descompuesta soltó el telescopio, que cayó al suelo. El eco del golpe resonó en las montañas. El pueblecillo no se veía. Empezó a comprender. Todo tenía sentido: El eje de la Tierra había cambiado, las estaciones estaban cambiadas, la Luna estaba más cerca de la Tierra, su reloj se había parado y el pueblo no existía, no existía… Una simple división le dió la respuesta ¡habían transcurrido 13000 años! ¡Estaba en el siglo CL!

3 comentarios:

JAL dijo...

Quizás este episodio ha sido algo técnico, pero para que no pareciera demasiado ilusorio, no me ha quedado más remedio que apuntar varios conceptos de la forma más sencilla que he podido. Dejo algunos datos por si alguien tiene curiosidad:

Sí que es posible viajar hacia el futuro, en teoría, claro, pero hacia atrás, a día de hoy, está demostrado que es imposible, no sólo por la entropía, sino porque se necesita una curvatura en el espacio que sólo se puede dar en universos giratorios y estacionarios (el nuestro no es giratorio y además está en expansión)
Lo de la curvatura negativa es una figura especial que cumple unas determinadas condiciones matemáticas, y tiene una forma parecida a la de una silla de montar a caballo.
Lo del movimiento del eje de la Tierra también es cierto. Los fenicios no se guiaban por la estrella Polar, sino por Thuban, en la constelación del Dragón, de hecho, las pirámedes de Gizeh en Egipto (Keops, Kefrén y Micerinos) están orientadas hacia ella. Esto causa un fenómeno que se llama "precesión de los equinoccios" y entre otras cosas invalida las pseudociencias de charlatanes basadas en las estrellas (algún día publicaré un post sobre esto)

Bueno, ya me callo, que esto, en vez de un comentario, parece una entrada del blog. El caso es que dentro de unos días, dejaré en pausa el blog hasta el mes de octubre más o menos, así, que antes de pausar, publicaré el último capítulo de Le Chasseur d'Etoiles. Permanezcan atentos a sus pantallas y hagan sus apuestas =P

Unknown dijo...

Quee?! el último capítulo!!! Ahh, tengo esa sensación de cuando estoy leyendo alguno de mis libros favoritos, y las páginas que quedan ya no son muchas >_<
jejeje
De hecho, éste capítulo ha sido extraordinario, impactante =O!!!
Y me interesa mucho eso del viaje a través del tiempo *-* =D

Y ahora, por qué piensas pausar tanto tiempo el blog?? =S
Ten por seguro que te extrañaremos por aquí T-T

Pero bueno, espero que sigas por lo menos rondando por ahí para seguir en contacto ;D

saludos!!!

Anónimo dijo...

Es tremendamente ilustrativo, y para los que no tenemos ni idea de esto, muy interesante ;)

No te agobies demasiado, déjate caer por aquí que, como dice Cary, se te echará de menos.

besitos y mucha suerte