Quería pensar que es algo del sueño,
del exceso de trabajo cada día;
de no estar bien, de la falta de alegría.
O del futuro, que es poco halagüeño.
Me hace, triste, fruncir el ceño:
y reír, sí, con sonrisa vacía.
Con talante y postura sombría
como si de nada fuera ya el dueño.
Hipócrita busco en los placeres:
«Como siempre» —sé— llegarán a nada;
y, solo, me esconderé de otros seres.
No te engañes ni otra cosa esperes:
cansada está tu alma anquilosada
de tanto intentar ser lo que no eres.
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